Entrevistas exclusivas
El pueblo se hizo escuchar
Duro golpe para un gobierno que desde hace cuatro años niega la realidad y vive enfocado únicamente en beneficiar a los grupos económicos y financieros concentrados. Con una atroz fuga de dólares, destrucción del empleo, industricidio y marginalidad ¿realmente esperaban ser competitivos electoralmente? Su gestión de malas políticas económicas y la falta de compromiso de todas aquellas viejas promesas de 2015 pusieron en jaque (real) a Macri, quien ahora como último recurso, ante semejante panorama oscuro, solo tiene como reflejo llamar al odio culpando a la oposición de los desastres que él mismo cometió.
La diferencia de 47 a 32 del domingo a la noche dejó varias impresiones, las cuales encajan perfectamente y definen el perfil de la gestión cambiemita al frente de la Argentina en estos cuatro años. Este ejercicio nos permitirá tomar la conciencia necesaria quitarle la máscara al mejor equipo de los últimos 50 años.
Los números no dan (y no aparecen)
Por una orden judicial, los primeros guarismos recién podían darse a conocer a las 21, cuando se hubiera contabilizado el 10% de los votos de provincia y ciudad de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, los distritos de mayor peso en el padrón electoral. Pero… llegado el horario, los primeros datos no aparecieron. Esto sucedió justamente en el contexto de la desconfianza hacia la empresa SmartMatic, quien gano la licitación a precio muy bajo para llevar a cabo el escrutinio con su software. Pasaban los minutos y la militancia de todos los partidos de oposición se imapcientaba. Tanto es así que desde el Frente de Todos ya se había armado un documento legal pidiendo que entreguen los guarismos provisorios, que hasta ese momento, marcaban una derrota mínima del oficialismo.
Esto se caracteriza por la falta de transparencia y rigor en los controles, la cual fue marca registrada entre las promesas de aquel Macri de 2015, que venía a terminar con la corrupción, los negociados y la falta de claridad en la comunicación entre gobierno y ciudadanía. Falló. Y esa especulación sólo alertó aún más a la gente: se empezó a sentir el olor de una derrota contundente, aunque fueran las PASO. Casi la mitad del pueblo le dijo “no” a la continuidad de esta gestión, tendencia que pareciera ser irreversible de acá al 27 de octubre.
Todos a dormir, mañana será otro día
Lo bizarro de toda esta situación fue ver a Mauricio Macri reconociendo la derrota en público sin números que avalaran en detalle la magnitud de esa caída. Y lo tragicómico al final de su alocución frente a toda la militancia de Cambiemos. El “a dormir y a empezar a trabajar desde mañana” comenzó a marcar la pauta de que la mano venía muy en contra. Un intento de minimizar el golpe de realidad que las urnas le dieron al Gobierno.
Esa alegría timorata se mantuvo hasta que el ministro de Interior Rogelio Frigerio lanzó las cifras al mundo. La noción de haber sido una elección pareja hasta hace unos momentos quedó hecha añicos. Entonces, si la economía no arranca, si la industria fue destruída casi por completo y el desempleo y la pobreza aumentaron progresivamente desde 2015, ¿cómo pensaba Macri en ganar o al menos hacer una elección cercana a los 40 puntos? Esa noción fue sostenida desde dos de las puntas de lanza que el Gobierno tiene: las encuestas y los medios de comunicación. Los primeros dando siempre puntaje parejo en la intención de voto. Se habló siempre de una diferencia que variaba entre los 3 a 6 puntos, lo cual tenía aquella reminiscencia de correr desde atrás y ganar en el sprint final. Pero esta vez a Durán Barba se le quemaron los papeles y no hubo manual de comunicación ni posgrado que sirviera.
Por el otro lado, los medios de comunicación afines, que siempre hicieron la vista gorda a los desaciertos de la gestión de Cambiemos y defendieron lo indefendible. ¿De qué se iban a disfrazar los grandes popes del periodismo al ver una diferencia de 15 puntos a favor de Alberto Fernández? Parece que todo lo malo que hizo este Gobierno no hace mella y la realidad es otra. Eso sí: siempre siendo los portavoces y los que potenciaron la fuerza de la famosa “grieta”, ese recurso discursivo del PRO que a base de un apoyo emocional no racional, pretendió arrastrar más votos que los de 2015, algo que finalmente no ocurrió.
¿Sabe Macri que es presidente de la Nación?
Ya con los resultados puestos, el lunes siguió siendo un día convulsionado. El mercado cambiario abrió la jornada con un dólar arriba de lo que había sido el viernes: arrancó a $51 y trepó hasta los $65 en algunos bancos. Mientras el riesgo país subía, la Bolsa de Valores marcaba una caída importante. Así es que Mauricio Macri llamó a su gabinete de crisis (que recién se juntó a la tarde, ante semejante situación alarmista) y en Olivos definieron la estrategia de la campaña de los meses venideros más que la de la política económica del aquí y ahora.
Allí Macri espetó un discurso plagado de incoherencias y de críticas hacia la oposición, especialmente contra el Frente de Todos. Los culpó de la corrida cambiaria del día, dijo que los mercados se convulsionaron porque no quieren el regreso del pasado. Inentendible el sentido de las palabras de un primer mandatario, que no se hace cargo de sus errores y no hace una sola autocrítica. En este marco, los medios afines al Gobierno hablan de una “transición en paz”, como si esta hecatombe electoral generara un caos total y sirviera como excusa para la salida de Cambiemos del Gobierno nacional.
Este tipo de operaciones y de formas deja en claro que generar odio es uno de los grandes negocios y que, evidentemente, no es una forma de hacer política. Apelar a lo emotivo constantemente hace que las personas vivan alteradas y en total exposición a mensajes que lo único que crea es discordia, fracción y fanatismo tonto y sin sentido. Este capital fue el que Juntos por el Cambio supo administrar en 2015 para ganar y llegar al poder. Pero hoy la realidad es otra: la heladera está vacía y no tiene concordancia con lo que la tele y la radio muestran. Las boletas de gas y luz llegan con aumentos de más del 4000% y no habrá tapa de diario que contrarreste eso.